viernes, enero 20, 2012

VIVIR CON LA DIOSA




Ver mujeres que fueron diosas, hermosísimas, y que luego han envejecido hasta convertirse en vulgares, terrestres, me llena de extraños pensamientos. No puedo concebir que se trate de las mismas personas. Parece como si hubiesen habitado en dos dimensiones distintas, lejanísimas.

Creo que a las mujeres les resulta muy difícil gestionar su parte sobrenatural. Cuando son diosas, muchas veces ellas no son conscientes, o lo rechazan, o se dejan llevar por ese poder absolutamente mágico hasta la perdición. Debe de ser difícil asumir que sólo durante una época de tu vida irradias fuerza, pasión, eres una estrella rodeada de planetas.

Conozco casos de mujeres hermosísimas que no quisieron serlo, que se dedicaron a negarse a sí mismas. Finalmente, cuando han envejecido, se han convertido en lo que por dentro eran. Cuando contemplo sus imágenes me entra una extraña congoja. Pienso, qué pena, qué terrible pena. Otras, en cambio, han sabido transmitir su serenidad interior hasta la vejez. Han seguido siendo bellas, aunque de otra manera. No tan relacionada con el sexo y la excitación.

Tal vez son filosofías de hombre. De admirador y frustado amante de tantas bellezas que me han llenado las noches de luces y de pajas. Y que no puede concebir que siendo tan bellas no fueran felices con ellas mismas.

3 comentarios:

red baron dijo...

Es mas triste aún ver a esas diosas negandose a envejecer con dignidad como pedazos de siliconas deformes,

maduritaylolita dijo...

yo estoy en esa frontera de haber sido el colmo de la sensualidad al empezar a ser testigo de los inicios de cierta decadencia física. Y no creeis que la mujer no lo acepta-aceptamos porque lo que le devuelve el espejo de la sociedad- si quiere vivir una sexualidad distinta- es el rechazo de la mayoría de los hombres de una mujer "madura"?

Anónimo dijo...

"Lo bello no es nada más que el comienzo de lo terrible, justo lo que nosotros todavía podemos soportar" Creo que son unos versos de Rilke. Me han venido a la memoria al leerte "no puedo concebir que siendo tan bellas no fueran felices con ellas mismas". Toda mujer sabe de su belleza y sabe de lo terrible de esta. Es esa belleza la que atrae a los hombres y es también esa belleza la que les impide mirar más adentro. Es difícil vivir libremente sintiéndote siempre mirada, ad-mirada...deseada. Cuando eres muy jovencita las miradas te dan pudor, cuando creces sabes que es el primer juego del deseo, jugar con la mirada y la distancia, el misterio. Y cuando te sientes segura de tí misma sabes enseguida quién, después de la mirada, sabe dejarse de juegos y entender alguna palabra. El hombre más feo del mundo fue el asesino de Dios, porque no soportaba esa mirada constante y fija sobre su fealdad. Qué paciencia la de la mujer bella y a veces que soledad entre tal multitud de miradas.
Saludos Silvia