miércoles, enero 03, 2007

SUS OLORES

Me asombra que el sentido más erótico sea el que esté ausente en cualquier manifestación artística sensual. El olor. Esas películas porno de muñecos de plástico que sólo gimen y se contonean son pobres, estúpidas, no expresan ni placer ni excitación. Me pone más oler una caja de bombones que ver cuatro pelis porno juntas.

Su olor lo reconocería al instante. Sobre todo esas mañanas en que te despiertas después de haber hecho el amor. Levantas un poco las sábanas y sube un aroma denso, dulzón, perfumado. Me recuerda a esas panaderías que de buena mañana llenan todo el barrio de perfume a pan recién hecho. Es una mezcla de fluidos femeninos, de sudor, un poco acre del semen seco, y sobre todo ese calor intangible que producen los cuerpos después del amor.

Sin olores no hay erotismo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy, apareces recomendado en "Ciberpaís". Creo que apartir de ahora vas a tener más visitas, pero me extraña que hayas perdido tu voz desde enero. ¿Tal vez no te sentías recompensado?.
He leído alguno de tus "post" y me parecen todos muy buenos. Con tiempo haré un repaso más a fondo.
¡Ánimo!.

Anónimo dijo...

¡Gracias!
No me había enterado de lo del Ciberpaís.
Será un estímulo.
M.I.

Anónimo dijo...

su olor... eso es lo primero que me sorprendio cuando solté el primer boton de su blusa. perfume... lo recordaba, un perfume aereo, leve como el chasquido de la hoja cuando se desprende del arbol, una superficie de lavanda y corteza de naranja, pero debajo habia vetiver, ylang-ylang , pero, sobre todo, la fuerza del musgo, la rabia de las hojas ya caidas, un poco de acidez, la fuerza de la vida. Su olor, mezcla de perfume ligero, tal vez l'Air du Temps, tal vez Trésor, pero debajo del cual se delataba, ya, su deseo. Su olor de mujer! no era su sexo lo que yo estaba respirando, no lo era aun, en todo caso, era todo su cuerpo, nervioso como el de un pura sangre, como él, acalorado, las mejillas pálidas hirviendo, solo un punto de carmin en su centro, toda la sangre retirada del rostro. Suavemente, oh, tan suavemente, le segui abriendo la camisa, un botón tras otro. Ella habia cerrado los ojos, como queriendo concentrar en su piel toda la sensibilidad, sentir la caricia de la seda al caer de los hombros, hilo a hilo, hebra a hebra. Su cuerpo, sin ataduras ya, aparecia en todo su esplendor de mujer, atrayendome, llamandome, deseandome. A ella la olvidé, no se ya ni como se llamaba, pero su olor... su olor es el que recordaré siempre, lavanda, corteza de naranja, y deseo.

Marianafono dijo...

me dejas azorada...