GATILLAZO

Nunca he sabido por qué a veces te sobreviene el gatillazo. Bueno, en mi caso al menos lo tengo demostrado. Cuando estoy en una primera vez, con una mujer que no me gusta del todo, y ella empieza a agitarse, a gemir y pedirme: "Fóllame, fóllame".
Pues bien, entonces no se me levanta.

Y créeme que es un drama.

Me acuerdo de la chica oscura. Vino a verme a mi piso, cenamos muy bien, nos bañamos en la piscina del bloque y ella no tuvo ningún problema para hacerlo desnuda. Yo llevaba varios meses sin comerme un rosco, estaba quemado. A ella le tenía un cariño profundo y me excitaba. Por fin había algo a la vista.
Nos tumbamos en la terraza. Yo empecé a acariciarla, ella se dejaba hacer. Primero le lamí los pechos, que estaban muy tersos y desprendían incluso un poco de leche. Al parecer tenía problemas hormonales. Me sentí como un bebé mamando.

Luego busqué su sexo, y allí estuve un buen rato.

"¿Tienes frío?" le dije desde su entrepierna.

Ella me dijo gimiendo: "Tengo gustooo".

Cuando me levanté, ella me bajó el pantalón y empezó a chuparme la polla. "¿Te hago daño?", me dijo con la boca llena. No sé por qué a las mujeres siempre les parece que nos van a hacer daño o a desgarrar la polla con la menor cosa que hagan.
Estuvo muy bien. Estaba superempalmado.

Ella se volvió de espaldas y me enseñó su culito redondo.

"Fóllame, fóllame".

Ay. Pero cuando se la metí, perdió fuerza y vigor de inmediato. No digamos cuando intenté ponerme el condón. Se me deshinchaba entre las manos mientras ella se retorcía frente mío diciendo: "Ven, fóllame".

Resumiendo. No pude.

No pude hacer feliz a aquella chica encantadora y todavía no sé por qué. Meses después conocí a otra y la follaba como un toro. Pero con ella no pude.

Me supo fatal. Y ahora cada vez que la veo quisiera morir.

Pero ella sonríe con resignación.