domingo, marzo 14, 2010

EL SECRETO DE LA DIOSA



Os voy a contar un secreto muy importante. No sé si seré capaz, porque es muy complejo y oscuro. Para amar a una mujer, hay que amar a las mujeres. Para amar a las mujeres, hay que amar a la diosa. Porque la diosa son las mujeres.

La diosa no es una entelequia, es una realidad. Oscura, inconsciente, primitiva. Es un determinado estrato de la mente al que cuesta mucho llegar.

El camino es largo. Os contaré un ejemplo.

Amé por encima de todo a una mujer. Pero ella no me amaba, sólo se refugiaba en mí. La amé tanto que me aprendí su cuerpo de memoria, que la llevaba en mis sueños. Pero aquél amor me hacía infeliz, sufría mucho. Me estrellaba una y otra vez contra él como las moscas contra el cristal.

Al final ella me dejó. Me costó muchísimo dejar de sufrir. Estuve años intentando borrar su recuerdo, sustituirla por otras mujeres. Pero ella significaba la diosa para mí. Las otras no.

Han tenido que pasar muchos años para darme cuenta de algo insospechado. Aquel rechazo de su recuerdo era un error. Un día, después de soñar con ella, me di cuenta de que ella era Ella. Y por lo tanto iba más allá de su manifestación individual.

Y volví a amarla en mi recuerdo. Volví a mis ritos, me recreé en ella aunque pareciera un fantasma. Conforme lo hacía, noté como volvía a soñar con ella. Pero ahora no me producía dolor, sino una rara plenitud.

Hasta un día en que soñé que estábamos los dos en dos duchas contiguas. Ella descorría la cortina. Estaba guapísima, con aquella sonrisa tan abierta, los ojos fruncidos, el pelo mojado y su cuerpo blanco y ondulado. Entonces ella extendió la mano, abrió mi cortina y me acarició los huevos.

Aquello me produjo una felicidad sin límites. Me desperté con una rara alegría.

Desde aquel momento, todas las mujeres a las que me he acercado se interesan por mí, se dejan seducir. Porque yo busco en ellas a la diosa, que se esconde y a veces juega contigo, y puede ser cruel y peligrosa. Pero le gusta que la amen.

Cuando la amas sientes algo que no puedo explicar. Una plenitud total y al mismo tiempo una servidumbre absoluta.

Hombres que queréis amar a las mujeres: amad a la Mujer.

5 comentarios:

Nuria dijo...

Pienso lo mismo. Para amar a un hombre, hay que amar al HOMBRE.

Zorra Bella dijo...

estoy completamente de acuerdo contigo. besos

Anónimo dijo...

me acabo de leer todo tu blog, estoy imersa en un estado sutil de placer que solo me provoca derrarmeeee

inquietud dijo...

me gustó mucho.

Anónimo dijo...

Gracias por darme a conocer.