LEYES DE LA MUJER DESNUDA

Existen varias leyes inherentes a la fotografía erótica, a la mujer desnuda. Sin las cuales, el desnudo es algo mecánico, rutinario o incluso desagradable.

La primera es que el desnudo resulta mucho más poderoso si se hace de forma lenta y progresiva. Presentar un cuerpo desnudo bruscamente le resta una parte decisiva como es el valor de la insinuación. Te das cuenta si miras una serie de fotos de la misma mujer amada. Primero vestida, luego en bañador, luego con la espalda al descubierto... Parece como si este proceso de descubrir el cuerpo le diera un poder especial. Al fin y al cabo es la filosofía antigua de la "danza de os siete velos" o el "strip-tease".


Segundo descubrimiento. Las mujeres están mucho más bellas desnudas porque es como si se transformasen. Son y no son ellas mismas. Adquieren una especie de herencia ancestral que las posee. El erotismo intemporal de las musas. Por eso el desnudo requiere respeto y casi diría que devoción. La grosería no deja de ser un sacrilegio.

Tercer descubrimiento: sin ojos no hay desnudo. La cara no participa teóricamente en la foto si está desnuda, pero resulta vital porque un cuerpo sin rostro por más atractivo que sea está mudo, dice poca cosa. ¿Cuántas palabras puedes aplicar a un culo? Quizás cinco o seis. ¿Cuántas a una sonrisa o una mirada? Infinitas. Porque el desnudo de la mujer expresa sentimientos y no sólo juegos de formas. Pero para conseguir ese poder de sugerencia se necesita la presencia de una cara, una sonrisa, un guiño que le dan una intencionalidad íntima al cuerpo. Le otorgan expresividad interior y demuestran que a través del desnudo aparece la fuerza erótica, los sentimientos profundos y una especie de acercamiento a la naturaleza.

Por eso sus desnudos en las rocas o el mar tenían tanta fuerza. Me estaban hablando de cosas universales y me emocionaban.