lunes, mayo 22, 2006

ACARICIAR POR INTERNET

Las primeras respuestas que obtuve en mi blog me llenaron de un placer extraño. Mezcla de ansiedad y plenitud. Era como si compartir los secretos de su cuerpo me hiciera amarla más. O mejor dicho, amar más a esa especie de fantasma proyectado, ese ángel, que era su desnudez.

Se creó así la paradoja de que me excitaba muchísimo el pensar que cualquier persona podía llegar a ella y contemplarla, guardar la foto, incluso masturbarse pensando en ella. Tanto me excitaba que luego cuando me iba a la cama con ella, de tanta paja previa delante de la pantalla, imaginando las caricias que recibía por parte de desconocidos, llegaba la hora de follar y no se me levantaba. Estaba agotado. Ella me miraba con disgusto el sexo y me decía: "Parece una salchicha muerta".

¿Cómo explicarle que precisamente la estaba engañando con ella misma? Con su ángel o su doble de Internet. Las respuestas me producían un placer sin límites. "Me gusta verla así desnuda", "tiene un culo perfecto". Claro que había otras más desagradables que hablaban de que por qué no se depilaba el sexo o cosas de ese tipo. No me importaba.

El acto de la revelación era lo más importante.

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