miércoles, marzo 21, 2012

MIS CHUPADAS: LUCILA PASA POR MI VIDA (1)





Se llamaba Lucila y pasó por mi vida como una estrella fugaz. Vino a verme para pedirme unos datos. Era joven, con el pelo teñido de rojo y una piel oscura y aterciopelada. Me miraba bajando la cara, como si tuviese miedo de algo. Desde el primer momento me pareció atractiva, y quedé con ella tal como me demandaba.

Era bastante “hippy”, estaba en esa fase locuela que tienen las jóvenes en que parecen sentirse atraídas por el peligro. Nos vimos en dos ocasiones para hacer un café. Finalmente me pidió que le llevase a ver una zona protegida, junto al mar.

El día empezó mal. Me equivoqué de carretera y luego de camino. Andamos mucho rato y a ella le salieron llagas en el pie. No llevamos comida y se hizo muy tarde. Pero finalmente llegamos a una laguna, preciosa, formada por un torrente que desembocaba en el mar. Hasta entonces ella me preguntaba muchas cosas, pero contaba poco de su vida. Estudiaba, era deportista, tenía un tío que ejercía maestro de karate (¡glup!).

Se produjo ese momento tan lleno de energía antes de que las cosas se desencadenen. “¿Nos bañamos?”. Ella se quitó la ropa y quedó en braguitas, anudándose el pañuelo a la muñeca. Tenía unos pechos redonditos, como ciruelas, y una piel que parecía cálida y dulce de besar. Yo, que me había puesto los calzoncillos dorados de la buena suerte, me desnudé por completo.

Nos bañamos y ella se preocupaba mucho por mí. “Ciudado, no cojas frío”. Luego salimos a la arena y nos tumbamos. Le empecé a hablar, ella seguía bajando la vista. Le acaricié la espalda, luego la besé. Nos juntamos y la comencé a tocar por todas partes. Ella suspiraba y gemía. Metía la mano bajo sus braguitas y busqué el botoncito mágico. Ella me acariciaba los testículos pero sin atreverse a llegar al sexo. Creo que el estar allí, al aire libre, le cohibía. Estuvimos un buen rato y luego nos levantamos ya abrazados. En aquella época yo tenía pareja, y aquello era una “aventura” que tenía que pasar desapercibida.

Estuvimos en un bar, haciéndonos confidencias. Ella me repetía: “¿Estás bien?”. Supongo que pensaba en que el hecho de no haberme corrido me podía frustrar. Pero no era así.

Aquel primer encuentro fue bonito. Pero el siguiente fue todavía mejor.

-- CONTINUARÁ --

Ilustración: Desnudo caballo incinerador de Armando Morales.

3 comentarios:

belkis dijo...

Un encuentro realmente bonito. Y prometedor; esperaré ansiosa la segunda parte.

Simone dijo...

Esperando la continuacion...

;-)

Sex Shop dijo...

Muy buenoo!!!!!!!!