viernes, febrero 17, 2012

MIS CHUPADAS: LA CAMPANUDA





La llamaba Campanuda porque tenía una cabeza ancha, casi en forma de campana. Era muy bella y su cara eslava ampliaba sus labios hasta hacerlos irresistibles.

Nada más conocerla me moría porque me la chupase. Tener aquellos labios en la punta del glande.... Pero no fue fácil. Me empezó contando que tenía problemas con el sexo, que era muy retenida, que le costaba. Yo estaba loco por ella y me la comía a besos, pero ella al principio estaba tiesa, aunque suspiraba con placer cuando la penetraba apasionadamente. Yo era como esos jugadores de cartas que, con un contrincante soso, lo hacen todo ellos. Actuaba por mí y por ella. Me corría, gemía, me movía. Pero ella seguía imperturbable. Y no quería ni mirarme la polla.

Hasta que un día de repente se soltó. Estábamos tumbados en una casa de campo, muy incómoda y llena de hormigas y más bichos. Luego me confesó que había visto una película y que siguió el ejemplo. Bajó la cabeza y vi su pelo rozándome el vientre. Primero me besó el pelo púbico, luego la zona cercana dando círculos, hasta que me pegó un lametón de un extremo al otro de la polla. Aquello casi me hace correrme. A ella le excitó, y empezó a chupármela mientras resoplaba con excitación. Yo me arqueé como si fuese a disparar una flecha. Ella siguió chupando y veía su cabeza campanuda subiendo y bajando en la intersección lineal de mi sexo.

No tardé ni un segundo en correrme, ella siguió chupando, hasta que dio un respingo de sorpresa. Abrió la boca para que el esperma cayera, pero siguió aspirando. Luego, sin sacársela de la boca, pasó el dedo por los labios y miró con curiosidad el aspecto del semen. Como si no lo hubiese visto nunca.

Oh, no podré olvidar aquel momento. A Campanuda le entró entonces la fiebre de chupármela, sobre todo en lugares campestres. Podía estar rato y rato. yo estaba tumbado, de rodillas, de pie. Ella me la chupaba sin cesar, una y otra vez.

Hasta que de repente se le pasó la fiebre. Dejó de hacérmelo y ponía pegas cuando se lo solicitaba. A partir de entonces se lo tuve que pedir siempre por favor. El último día en que nos vimos, me la chupó. Yo estaba en la cama y abrí los brazos, como si fuese un Jesucristo. Me la chupó maquinalmente, pensando en otra cosa. Y por la tarde me dijo que me dejaba por otro.

Fue por mi culpa. Tenía que haberla llevado más al campo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabo de llegar a tu blog por casualidad, de rebote desde ya no se ni dónde, mientras curioseaba por el mundo de la blogosfera... y con tu permiso me quedo a seguirte.
Tienes un gran blog, ¡mi más sincera enhorabuena por él!
Un abrazo

Bloger Eroticus dijo...

Muchas gracias. Tu blog está muy bien.