Cuando recuerdas los cuerpos que amaste, algunas imágenes se imponen sobre otras. Rincones, praderas de vello minúsculo, olores. La espalda que parece siempre de estatua, pero que va descendiendo y a medida que se aproxima al culo se hace carnal, tibia. Hasta alcanzar el vértice secreto de los líquidos y los perfumes, que con sus pelitos rizados tiene algo de marino. Como esas algas que se mueven dulcemente al compás de las aguas.
Cada vez que acaricias a una amante descubres esa estatuaria del placer. Creas estatuas invisibles llenas de tactos, de caricias y recuerdos.
Al final, cuando las amantes se pierden en el decurso de los tiempos, te queda la escultura pura. Su hueco en las manos.
1 comentario:
ummm... tienes razón. Cotilleé un poco, y leí, entre otras cosas, aquella especie de debate contigo mismo acerca de cómo son los blogs, y realmente no te equivocas. Yo no sé cómo dar mi blog a conocer, de hecho, no escribo más en él por ese motivo... Utilizo el facebook.
Me gustaría que te pasaras y echaras un ojo a la última... No tengo seguidores ni nada, pero ya que te gusta ese tipo de lectura... te invito a pasarte!
y me gusta mucho tu blog!! :)
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